California aprobó una norma que modifica la composición de uno de los alimentos más presentes en la mesa de las comunidades latinas: las tortillas de maíz. La ley, sancionada en 2024 y con vigencia a partir del 1° de enero de 2026, estableció la fortificación obligatoria con ácido fólico para la harina de maíz y habilitó esa misma adición en productos de masa húmeda.
La iniciativa quedó plasmada en la AB 1830, que incorpora una nueva sección al Health and Safety Code de California. El texto legal explicó que las comunidades latinas enfrentaron un riesgo mayor de defectos del tubo neural, malformaciones graves que se producen en las primeras etapas del embarazo.
En ese contexto, la Legislatura estatal justificó la intervención sobre un alimento básico para millones de hogares, al considerar que la dieta de amplios sectores de origen latino se apoya más en el maíz que en el trigo.
Según detalló el propio articulado, la ley se apoyó en antecedentes federales y estatales. A nivel nacional, la Food and Drug Administration autorizó el uso de ácido fólico como nutriente y fijó límites precisos para su incorporación en alimentos. A nivel local, la normativa californiana tomó esas pautas y las convirtió en una exigencia concreta para la harina de maíz que se fabrica, distribuye o comercializa dentro del estado.
El texto legal definió con precisión el alcance de la medida. Bajo la denominación “corn masa flour”, la ley incluyó a la harina seca elaborada a partir de maíz tratado con cal u otros métodos. Además, incorporó una categoría distinta para los productos de masa de maíz húmeda, elaborados a partir de granos cocidos en soluciones alcalinas.
A partir de esa distinción, la norma estableció obligaciones diferenciadas:
La obligación alcanza a productos fabricados, vendidos, entregados, distribuidos, almacenados u ofrecidos para la venta en California, así como a la harina de maíz utilizada como ingrediente en otros alimentos.
En los fundamentos de la Assembly Bill 1830, la Legislatura de California describió con detalle las razones sanitarias que motivaron la intervención. Allí se indicó que los defectos del tubo neural incluyeron patologías como la espina bífida, caracterizada por una abertura en la columna vertebral, y la anencefalia, una malformación letal marcada por la ausencia de partes del cerebro o del cráneo.
El texto explicó que las personas con espina bífida enfrentaron cuadros que variaron desde daños nerviosos leves hasta parálisis severas, con tratamientos extensos y costos elevados. Frente a ese panorama, los legisladores recordaron que el consumo diario de ácido fólico redujo el riesgo de estos defectos en más de la mitad de los casos.
La ley citó un antecedente clave: en 1998, la FDA ordenó la fortificación con ácido fólico de todos los productos de granos enriquecidos a base de cereales. Esa decisión generó una caída del 35% en la incidencia de defectos del tubo neural. Sin embargo, la harina de maíz quedó fuera de ese mandato, pese a su importancia en la alimentación de comunidades de origen centroamericano y sudamericano.


